¿Qué tan frecuente es el abuso sexual?
El abuso sexual de niñas, niños y adolescentes (NNA) constituye un problema público mundial que afecta a todos los estratos de la sociedad, no obstante, esta forma de maltrato tiene baja visibilidad y frecuentemente permanece en silencio o ignorado por muchos años, debido mayormente al profundo estigma social que conlleva. Según un reporte global de la Organización Mundial de la Salud de septiembre de 2022, una de cada 5 mujeres y 1 de cada 13 hombres declaran haber sufrido abusos sexuales en la niñez o en la adolescencia. Estos datos tan alarmantes, imperiosamente obligan a profundizar las medidas de prevención y también evidencian la necesidad impostergable de optimizar las estrategias de identificación e intervención.
¿Quiénes son los agresores en el abuso sexual?
La mayoría de los abusos sexuales a NNA son perpetrados por personas conocidas y cercanas a la víctima. Los agresores usualmente se encuentran en su entorno cotidiano. Pueden ser cuidadores, entrenadores, maestros, vecinos o amigos, pero, también familiares. Aunque un hogar debe ser un sitio seguro para cualquier NNA, lastimosamente es muy frecuente que el agresor viva debajo de su mismo techo. En este sentido puede ser un hermano, un primo, un tío, un padrino, un abuelastro, un abuelo, el padrastro e incluso el padre. Con frecuencia se tiende a pesar de que los abusadores son personas de un nivel socioeconómico menos favorecido, no obstante, las evidencias demuestran que cualquiera podría ser, incluso profesionales de alto nivel académico y de grandes logros y éxito dentro de su actividad laboral. El victimario generalmente realiza sus acciones en forma planificada y premeditada. Conoce la vulnerabilidad del NNA y progresivamente se va ganando su confianza mediante regalos, promesas, premios o diferentes ayudas. Pretendiendo prolongar el abuso, con frecuencia hace “pactos de silencio” con la víctima, para lo cual utiliza tácticas intimidatorias.
¿Cómo se define abuso sexual?
Como abuso sexual se hace referencia a cualquier clase de contacto o interacción sexual entre un niño, niña o adolescente y un adulto (hombre o mujer) que por definición tiene una relación de poder y autoridad sobre la víctima. En este tipo de abuso, que también puede ser cometido por un adolescente, no siempre se utiliza la fuerza física. Debido a la proximidad que usualmente existe con la víctima, el victimario fácilmente puede establecer una relación de confianza, con lo cual pueda cometer el abuso con formas menos obvias de coerción, entre las que destacan la manipulación emocional mediante amenazas sutiles.
¿Qué clase de contacto se considera abuso sexual?
El abuso sexual no necesariamente implica contacto físico con el agresor. Actividades como el exhibicionismo (en que el agresor se muestra desnudo o masturbándose), el envío de mensajes obscenos (escritos o verbales), la muestra de imágenes o películas pornográficas o la inducción a la masturbación del NNA, también se incluyen dentro del concepto de abuso sexual. Además del acto de penetración vaginal o anal, el contacto físico también hace referencia a los llamados actos lascivos, los cuales conllevan la intención de lograr placer sexual y pueden ser llevados a cabo en cualquier zona del cuerpo. Entre ellos se encuentran, tocamientos, caricias o besos.
¿Cómo afecta el abuso sexual en la salud?
El abuso sexual trae consecuencias sobre los tres componentes de la salud: físico, psicológico y social, Por lo tanto, el abordaje terapéutico requiere un enfoque amplio.
Aunque con frecuencia el abuso sexual no deja manifestaciones visibles en el examen médico, hay determinados hallazgos que se consideran signos de alarma. Entre ellos la presencia de fluido vaginal o manchas en la ropa interior, lesiones en el área perineal, cambios de la forma de caminar o dolor al sentarse, entre otras. Igualmente se considera abuso en casos de embarazo en una adolescente y la identificación de alguna infección de transmisión sexual en una edad que no pueda ser atribuida a transmisión materna durante el embarazo o el nacimiento.
En el ámbito psicológico o social el abuso sexual puede condicionar múltiples comportamientos que requieren identificación oportuna de la causa y atención especializada para minimizar las secuelas. Entre las más frecuentes se encuentran cambios en hábitos de higiene o autocuidado, trastornos del sueño (pesadillas, terrores nocturnos), conductas regresivas (succión digital, cama mojada), autoagresión (darse golpes, arrancarse el cabello), manifestaciones de ansiedad (comerse las uñas, llanto inexplicado), problemas de la alimentación (no quieren comer o comen mucho), aislamiento y retraimiento, problemas escolares (disminución del rendimiento, fuga del colegio, mala conducta), comportamiento sexual inapropiado para la edad (hipersexualización), manifestaciones de sobreprotección con hermanos menores, necesidad de estar cerca de ciertos adultos, rechazo a determinadas personas, angustia, enojo o agresividad sin causa aparente, trastornos depresivos o ideas suicidas.
¿Cuáles son las infecciones que se pueden trasmitir por abuso sexual?
Existen muchas enfermedades infecciosas como consecuencia de abuso sexual, entre ellas sífilis, gonorrea, clamidiasis, hepatitis B o C, virus herpes simple, virus papiloma humano (conocido como VPH) y el virus de Inmunodeficiencia humana o VIH. Siempre que se identifique un episodio de abuso es importante aplicar las medidas adecuadas y oportunas de diagnóstico y tratamiento de estas entidades.
¿Es posible prevenir la infección por VIH como consecuencia de abuso sexual?
Si. Cuando se identifica un NNA con abuso sexual en las primeras 72 horas del hecho en el que hubo penetración vaginal o anal se recomienda indicar medicamentos para la prevención del VIH. No obstante, es importante destacar que aun sin tratamiento el riesgo de infección, comparado con otros virus, es más bajo.
¿Qué importancia puede atribuirse a la educación para la prevención del abuso sexual?
Dentro de las políticas preventivas contra el abuso sexual debe hacerse énfasis en la educación desde los primeros años de la vida. Entre las recomendaciones se encuentran: hablarle cuanto antes de las partes de su cuerpo (sin usar sobrenombres); darle a entender que hay partes del cuerpo que son privadas y que nadie las puede tocar; decirle que no están permitidos los secretos de las partes de su cuerpo y que no se deben esconder las muestras de cariño; asegurarle que no habrá regaños si te cuentan algo sobre su cuerpo; y también enseñarles a no recibir regalos de nadie a cambio de favores.
Por otro lado, es importante que los padres se tomen tiempo de conocer a las personas que rodean a los hijos y que tengan mucho cuidado con los medios de comunicación a los que tengan acceso. Igualmente es fundamental construir “cercanía” y “confianza” para que ellos puedan hablar en forma abierta de cualquier tema, manteniendo siempre una comunicación clara y sencilla que resulte no solo “efectiva” sino también “afectiva”.
Dra. Darda Ramírez Rangel
Médico Pediatra – Especialista en Medicina del Adolescente
Mail. darda.ramirez@gmail.com
Dra. Luigina Siciliano Sóbatela
Médico Pediatra – Especialista en Infectología Pediátrica
Mail. luigina.siciliano@gmail.com